Publicamos el artículo ganador del Primer Puesto del Concurso “Librepensadores en Facebook”, escrito por Anita Araujo, estudiante del IX ciclo de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Trujillo. El certamen fue organizado por el Instituto Político para la Libertad.
Por Ana Lisbeth Araujo Rodríguez
La única alternativa que tiene el Perú, es ser realmente un país libre y democrático. Claro, y cualquiera me dirá “es fácil decirlo, pero cómo logrará ello en realidad?”. Pues bien, en los párrafos siguientes trataré de esbozar algunos indicadores que demostrarían que el Perú es un país desarrollado.
La Carta Democrática Interamericana nos esboza es su artículo tercero los elementos esenciales de la democracia representativa, y entre ellos tenemos: el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos.
Y en su artículo cuarto nos establece los componentes fundamentales del ejercicio de la democracia los cuales son: la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad, la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa.
Lo que nos establece la Carta Democrática Interamericana, es sumamente importante puesto que su letra misma nos refiere que los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla y que la democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de América.
El crecimiento económico del Perú y su eventual desarrollo no es, en sí mismo un indicador integral del desarrollo humano. En todo sentido, el progreso implica también el respeto por los derechos fundamentales de los ciudadanos, la igualdad de oportunidades y la no discriminación de las personas. Porque democracias sólidas y gobiernos transparentes son condición elemental para lograr sociedades humanizadas y capaces de respetar también a los colectivos minoritarios.
El hecho de que en el Perú por ejemplo se consolide la democracia electoral y que, con matices, exista una razonable libertad de expresión, fortalece sin lugar a dudas su desarrollo.
A mayor protección de la libertad de expresión y de prensa, se podrá evitar casos de amenazas, actos de violencia y discriminación contra las personas que ejercen el derecho a la libertad de opinión y de expresión, incluido el derecho a buscar, recibir y difundir información, y los derechos, estrechamente relacionados, a la libertad de pensamiento.
Por ende, la verdadera aplicación de los principios democráticos se evidenciarán en el real respeto de los derechos humanos, en la participación de la ciudadanía en las decisiones relativas a su propio desarrollo, en la eliminación de toda forma de discriminación, en la promoción y observancia de los derechos económicos, sociales y culturales, en la lucha por la erradicación de la pobreza extrema y en la no alteración del orden constitucional del estado de derecho.
Sin embargo, no es suficiente con la consolidación de la democracia representativa – claro que si la logramos ya avanzaríamos mucho – sino también participativa, toda vez que la mayor participación de la sociedad civil en la información de los problemas políticos y el discurso público ha realzado la gobernabilidad de los países en el siglo XXI.
Y es que de ella depende el real desarrollo del Perú, pues una sociedad sin expresión ciudadana es una sociedad relativamente “muerta”, sin aspiraciones ni motivaciones. Las organizaciones de la Sociedad Civil y los Organismos No Gubernamentales ONG contribuyen al desarrollo socioeconómico del país. Pues ante un Perú con gobernantes mediocres y corruptos son ellos finalmente quienes verdaderamente logran el desarrollo del país; practicando una real vigilancia ciudadana, se combate la corrupción, enseñando y capacitando a los sectores más vulnerables se combate la mediocridad. Debemos ser conscientes también que la educación en valores sobre todos democráticos y ciudadanos, es un proceso que permite a las nuevas generaciones asimilar y aprender conocimientos, normas de conducta, modos de ser y formas de ver el mundo.
La Carta Democrática Interamericana también se refiere a lo mencionado precedentemente, al establecer que “El ejercicio efectivo de la democracia representativa es la base del estado de derecho de los regímenes constitucionales de los Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos, y que la democracia representativa se refuerza y profundiza con la participación permanente, ética y responsable de la ciudadanía en un marco de legalidad conforme al respectivo orden constitucional”; y que “La participación de la ciudadanía en las decisiones relativas a su propio desarrollo es un derecho y una responsabilidad. Es también una condición necesaria para el pleno y efectivo ejercicio de la democracia. Promover y fomentar diversas formas de participación fortalece la democracia”.
Finalmente, es deber como jóvenes ciudadanos pronunciarnos con una actitud positiva y comprometernos con convicción con el desarrollo de nuestro país. Pues somos nosotros los jóvenes y consigo nuestro compromiso para con la sociedad, concientizar sobre nuestra realidad, siendo gestor de soluciones y actuando de manera organizada.
Los jóvenes debemos ser los principales promotores de la democracia, el estado de derecho y el libre mercado en nuestro país. Nuestra participación en las organizaciones de la sociedad civil cumple un rol fundamental en el desarrollo socioeconómico del Perú. Mientras nosotros mismos, como jóvenes estemos realmente involucrados, seremos siempre una fuerza en nuestra comunidad y logaremos finalmente nuestro propio desarrollo.
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